Vendernos’ un formato de archivo y terminar colándonos otro es una de las técnicas que más usan para hacerse con nuestros datos los ciberestafadores y los creadores de virus y otras clases de malware. Saber diferenciar entre los mismos es una habilidad simple pero fundamental para evitar ser víctima de esta clase de engaños.
En las últimas semanas, hemos cubierto varios casos de ciberestafas en las que una campaña basada en mensajes de móvil, e-mail y/o webs fraudulentas utilizaba el ‘gancho’ de algún documento importante (una carta sobre un familiar fallecido, o una citación judicial o comprobante de pago) para animarnos a descargar un archivo que terminaba siendo, bien un ejecutable, bien un fichero comprimido con ejecutable dentro.